La jornada laboral del hombre del campo trascurre entre el amanecer y el anochecer. Es decir desde que brilla el lucero del alba hasta que aparece en el cielo el lucero de la tarde.
Aunque se trata del mismo astro, el planeta Venus, el primero es conocido por nuestros campesinos como matagañanes porque anuncia que el sueño acabó para ellos y empieza la dura faena; y el segundo, apeayeguas porque su aparición indica que llega la hora del descanso después de apear o trabar las patas de las caballerías para echarlas en el pasto y dejarlas “a plao”. Ya que según el refrán recogido por el verato Gonzalo Correas: “Burro apeado, no salta vallado”.
Estos términos de transparente etimología no son exclusivos de Extremadura, ya que matagañanes también reaparece en Andalucía y apeayeguas en Salamanca.
En un cuento recogido en Ahigal (en Tierras de Granadilla) aparece esta última denominación:
En un cuento recogido en Ahigal (en Tierras de Granadilla) aparece esta última denominación:
Estu era unu que s'iba to los días a trajinal p'al campu. Mu lejus era p'andi tinía qu'ilsi, mu leju. Pus ya la su mujel l'endonaba la merendera pa comel p'andi juera que n'acalugaba dendi po'la mañana tempranu jasta c'asomaba la gaita el apeayegua.
© JJBL
Vocabulario Popular de Extremadura
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