Careo es la ‘dirección que el pastor da al rebaño mientras pasta’. Proviene de carear ‘pastorear y encaminar el ganado hacia una dirección determinada’, verbo de origen leonés propagado por los pastores trashumantes a lo largo de las cañadas que comunican las montañas norteñas con las dehesas extremeñas.
Tal como se encuentra en esta descripción de Sancho y González en «De cosas extremeñas»:
Caminaban días y días por veredas y cañadas, por vericuetos y llanuras, miles de hombres, careando millares y millares de cabezas de ganado.
Carear deriva de cara porque los animales avanzan encarando hacia el frente mientras pastan.
Con el femenino carea se denomina el ‘perro que ayuda al pastor a conducir el rebaño evitando que se descarríen los animales’ (careador). Carea aparece en «El Jarama» de Sánchez Ferlosio entre otros términos de sabor extremeño asimilados por el escritor: Ahora el ladrar de los careas y los silbidos del pastor.
Perro de careo en «El balcón en invierno» de Luis Landero, al recordar su infancia en Alburquerque:
Era un perro de careo para cuidar y vigilar a las gallinas y arbitrar pequeños conflictos de convivencia en los alrededores de la casa.
En Las Hurdes careo es el ‘sitio donde repasta el ganado’ (Velo Nieto); y en Mérida y sus cercanías es el ‘primer periodo de la pastoría, cuando las vacas, después de seguir la mojonera, van comiendo en el prado’ (Zamora Vicente).
En las Vegas del Guadiana, carear tiene el sentido de ‘oxear, espantar las gallinas u otros animales’: Carea a las gallinas que se van a comer los tomates (Don Benito). Y así también aparece en «Jarrapellejos» del villanovense (o serón) Felipe Trigo:
En las Vegas del Guadiana, carear tiene el sentido de ‘oxear, espantar las gallinas u otros animales’: Carea a las gallinas que se van a comer los tomates (Don Benito). Y así también aparece en «Jarrapellejos» del villanovense (o serón) Felipe Trigo:
Era notable el olvido de pudores femeninos... para carear a los langostos, muchas mujeres, negras por el calor, enteramente desgreñadas... luciendo los hombros y las piernas.
Y el mismo Luis Chamizo emplea el verbo con este mismo sentido de espantar en «La Nacencia» junto con el nombre careo:
La burra, que roía los tomillos
floridos del lindero
careaba las moscas con el rabo;
y dejaba el careo.
© JJBL
Vocabulario Popular de Extremadura
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