La palabra lejío es una adaptación de ejido ‘descampado, muladar’ al perder la -d- y aglutinar la l- del artículo (el ejido > el ejío > el lejío) favorecida por el influjo de lejos, con el que se acabó relacionando por etimología popular. Del antiguo exido ‘salida de un lugar’ y este del latín exitus, forma participial del verbo exire ‘salir’, derivado de ire ‘ir’ con la preposición ex ‘de dentro afuera’.
El verbo exir por ‘salir’ ya en desuso (con x palatal sorda como Xavi), cuyo participio es exido, es de uso corriente en el castellano medieval. Valgan como botón de muestra este verso del «Cantar del Mío Cid» (h. 1110): "No osan fueras exir nin con el se aiuntar" (No se atreven a salir por no encontrarse con él) y este párrafo de «Las Partidas» (1265) de Alfonso X el Sabio donde exidos aparece como ‘salidas o afueras de un poblado’: "Son del común de cada una cibdat o villa las fuentes et las plazas do facen las ferias... et los otros exidos, et las correderas do corren los caballos".
Y así es recogido por Sebastián de Covarrubias en su «Tesoro de la Lengua Castellana» de 1611: Exido es el campo que está a la salida del lugar el cual no se planta ni se labra, porque es de común para adorno del lugar, y desenfado de los vecinos dél; y para descargar sus mieses y hazer sus parvas...
Después ejido; que en Extremadura se convirtió en lejío, forma también conocida en Andalucía: ¡Cómo vendrán esos niños de jugar en el lejío! Los Campanillero de Encinasola cantan esta copla:
No creas que por verte
voy al lejío,
voy en cata los guarros
que san perdío.
Santos Coco en su «Vocabulario Extremeño» (1940) de mediados del siglo pasado recoge en Badajoz este curioso ejemplo: El lejío de San Roque ya no existe. Está to poblao.
El término es prácticamente conocido en toda la región. En algunos pueblos del norte de Extremadura se canta tras el carnaval:
Ya se van los antruejos
por el lejío,
ya se quedan los mozos
descoloríos.
Y Luis Chamizo emplea el término en su poema «Extremadura» (1942):
Van a correr los gallos en el lejío. Cruzan
las calles polvorientas,
sobre potros d'empuje, cubiertos d'alamares,
bordando, fachendosos, lanzas y moringuetas.
Da gusto ver -y lo digo por ejemplo en el caso de la palabra "lejío"- la adaptación fonética y etimológica que experimentan las palabras con el devenir de los tiempos. Para mi se trató siempre de un término muy familiar, y digo más: entrañable-, pues ya desde bien chico mis iguales y mayores me enseñaron a entenderlo como un recreo insondable de juegos y aventuras infantiles. No se me olvida Dios mío, cuando mi bendita y añorada abuela Juana apostada con su delantal en ristre junto al dintel de la puerta, me decía con ternura infinita cada mañana de verano: Ea, "aligera" que ya están to los mozuelos jugando en el lejío; y entonces yo, desbocada mi ilusión, imaginaba esos disfrutes de la inocencia mientras corría en pos de la vida. Fue en mi soñada Andalucía, hermana y prima de ustedes.
ResponderEliminarSería L'Exíu con la ortografía propuesta por el OSCEC (erimología latina "EXITVM", salida)
ResponderEliminaraquí en mi pueblo El Carpio de Cordoba también usamos la palabra "lejío" para designar los alrededores del pueblo...donde estaban las eras...donde nos íbamos a hacer la rabona el día que no queríamos ir a la escuela...en fin...creo es un término que cada vez se usa menos porque hasta los lejíos están ya urbanizados.
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